Se realiza cuando no te gusta un jabón por cualquier motivo, cuando le quieres añadir nuevos ingredientes, cuando quieres mezclar varios jabones, etc.
Consiste en rallar el jabón, y añadirle como máximo el 20 de su peso en agua o leche, y calentar ambas cosas, removiendo sin parar hasta que se forme una pasta o líquido.
Los refundidos se pueden utilizar al momento, pero suelen quedar jabones de aspecto más basto.